sábado, 2 de mayo de 2009

¿Qué utilidad tiene la trazabilidad?



Una herramienta de seguridad alimentaria

“Aviso de las autoridades sanitarias para los consumidores que tengan en su casa una lata de conservas de alcachofas de la marca X: no consuman las del lote Y y fecha de caducidad Z”.
Este tipo de noticias es relativamente frecuente. En el momento en que se tienen sospechas fundadas de que un alimento puede causar problemas de salud, las autoridades sanitarias activan la red de seguridad alimentaria. Los fabricantes son los primeros interesados en localizar cuanto antes los lotes de alimentos sospechosos, retirarlos del mercado y limitar así una posible crisis alimentaria. Pero para poder tomar estas medidas es fundamental tener la “trazabilidad” de estos alimentos, es decir, tener en una base de datos el registro de los alimentos durante todo el proceso, desde su origen hasta que llegan a manos del consumidor.

“Este alimento contiene más de un 0,9% de ingredientes transgénicos”.
El consumidor que no quiera tomar un alimento transgénico, sólo puede estar seguro de no hacerlo si esta información viene recogida en el etiquetado del producto final. Por ejemplo, en una ensalada elaborada, que contenga maíz transgénico entre sus ingredientes, sólo si se ha seguido la pista del maíz (su “trazabilidad”) desde que se cultivó, se recogió, se vendió y se distribuyó, y en cada etapa se han anotado los movimientos, con sus nombres y fechas, es posible que la empresa que prepara la ensalada pueda informar en la etiqueta la condición del maíz.

¿Qué utilidad tiene?

La trazabilidad tiene diferentes significados y utilidades para cada uno de los protagonistas de la cadena alimentaria:
  • A los productores y fabricantes les sirve para localizar rápidamente un lote problemático, de manera que el resto de la producción no se vea afectado por el velo de la sospecha.
  • A las autoridades sanitarias les permite inmovilizar rápidamente los productos inseguros y, si es necesario, retirarlos del mercado.
A los consumidores les da tranquilidad saber que, si surge una alerta alimentaria, los controles van a funcionar. Por otro lado, el derecho del consumidor con respecto a la información que recibe de los productos de alimentación, que hasta ahora se limitaba a que fuera veraz, eficaz y suficiente respecto a sus características esenciales, se amplía a estar informado sobre el origen y otros datos esenciales que le permitan decidir si consumir o no ese producto.

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